lunes, 30 de mayo de 2011

un mes de viaje, un mes increíble

De dragones y unicornios cumple su primer mes de vida como blog. Un mes de viaje, un mes increíble y apasionante. Un mes de descubrimientos, de amistad, de inspiración, de dicha. Un mes de escribir, de soñar, de sentirme viva. Un mes de amar.
El amor es la fuente de toda creación.
Compartir ese amor es lo que hace del mundo un lugar más hermoso.
Escribo para mí; escribo por necesidad, y por placer. Seguiría escribiendo aunque no hubiera nadie que leyera mis historias.
Pero estáis aquí. Y cada día sois más. Y escribo para vosotros, ahora, y hacerlo me llena de gozo. Poder compartir lo bueno que uno tiene dentro es un placer que no se puede describir con palabras.
Habéis dejado muchos comentarios, aquí en el blog, en mi muro de facebook, en mi buzón de mensajes privados...
me he tomado la libertad de copiar algunos, porque son hermosos y deseo compartirlos. Gracias a mis nuevos compañeros de viaje por vuestras palabras. Cada vez que alguien me dice "me ha enganchado tu historia", "tienes talento", "escribes como los ángeles" o "gracias por compartirlo" mi corazón se estremece y se hace grande, y mis musas se crecen y se vuelven generosas conmigo. La historia avanza, y desea llegar a vuestros corazones.
Por eso hoy, que es un día tan especial para mí y para Thèramon, os dejo otro pedacito de Criatura de Fuego, Criatura de Luz . Espero que lo disfrutéis tanto como los anteriores. Y a ver si esta vez puedo ver vuestros comentarios debajo del texto (aunque volveré a rescatarlos de mi muro si es preciso, y los pondré aquí como he hecho con éstos):


Marcos Dk Cuando algo me sorprende me gusta compartirlo, y más si es tan bueno
Irene Comendador Marcos magnifica recomendación, Bea esribes como los angeles, enhorabuena, en cuanto blogger me deje hacerme seguidora, me apunto a tu carro guapa, besos para ambos ;)
Marcos Dk ya estoy viendo tu blog...es impresionante como escribes. Empecé a leer el pedacito de Theramon y no pude parar... 
Marcos Dk ... Confieso que me ha dolido un poquito... Me ha hecho sentir pequeñito... Me queda mucho por aprender.
Diego Castro Sanchez Ya he dado el primer vistazo, muy buena pinta. ya soy seguidor del blog.
  Jordi Nogués Tres Profecías  Tienes un corazón enorme, Bea. Gracias por compartirlo con todo el mundo.
  Ana Magaña Lopez bea, al final, ire a verte, para leer lo que tengas escrito, me he enganchado y solo me puedo desengenchar leyendo un beso muy fuerte






Miki Trilla Barrios acabo de ver tu blog... sencillamente espectacular. he estado ojeando los pedacitos de tu creacion... sigue poniendo todo tu corazon en ello, aunque las musas jueguen a esconderse, buscalas, y disfruta en su busca, ellas alegraran tu camino hacia la felicidad, ya sea materializado en tu historia... o simplemente en el mismo, porque la felicidad esta en nos mismos; tenemos que compartir con todo el mundo nuestro sentir... espero que la gestacion sea corta y poder ver el resultado pronto, un abrazo, nos vemos...
 Raquel Cruz .. Es que es increible! tiene unas descripciones asombrosas, una originalidad en cuanto a  nombres e ideas... que me hace pensar que tienes en tu cabecita un mundo de criaturas y tierras ineditas, que nos va a dejar con la boca abierta. Si, sí, algo me dice que la bomba está por explotar. 
 Julia Siles Ortega    Y ahí sigue... deleitándonos una vez más. ¿Os lo vais a perder? Noooo!!!

© Bea Magaña (Reservados todos los derechos)
           "Aquella tierra de nadie, la región desolada que señalaba el comienzo de Efenag Dalnu viniendo desde el sur, se le antojaba a la niña interminable. La tierra árida le lastimaba los pequeños pies calzados con sandalias y el polvo se le acumulaba en las ropas castigadas por el largo viaje, y amenazaba con anegar sus pulmones. La vegetación brillaba por su ausencia, y el arroyo más cercano se encontraba en la frontera con Minroq Dalnu, a varias millas de distancia. Hacía varias horas que Aeblir había aparecido por el oeste siguiendo los pasos de su hermano menor, y la niña sentía sus ardientes dedos en la nuca, que agudizaban la sequedad de su garganta y ponían en evidencia el agotamiento de sus miembros. Pero no desfalleció, ni aminoró la marcha. Su abuelo le había dicho que no debían entretenerse, que no podían detenerse, que era peligroso para ellos permanecer mucho tiempo a la vista, y ella no tenía motivos para dudar de sus palabras.
       -¿Estás muy cansada, niña mía?
       -Puedo andar un rato más, abuelo. Pero tengo sed.
    -Mira, pequeña, mira hacia delante, ¿ves esas torres? Pues cuando lleguemos hasta ellas podremos refrescarnos en el arroyo y descansar unos minutos, ¿te ves capaz de caminar esa distancia, o prefieres que te lleve sobre mi espalda?
       La niña esbozó una sonrisa radiante.
     -Me gusta viajar sobre tu espalda, abuelo. Pero sé que eso te cansa, y yo puedo esperar hasta la noche. Además, Aladar me dijo que si caminaba mucho me haría grande y fuerte, y quiero ser grande para poder seguir tu ritmo y dejar de retrasarte.
     -Serás grande, niña mía, y fuerte, y poderosa. Llegará un día en el que no tendrás que seguir viajando, ni escondiéndote, encontraré un lugar en el que puedas crecer como una niña normal, no siempre seremos nómadas, te lo prometo.
       -Estábamos bien en Oassian. Allí no teníamos que escondernos.
       La risa del hombre la sorprendió. Era demasiado joven para comprender el significado de la palabra ironía.
      -Mi pequeña, Oassian es uno de los escondites más secretos del mundo. Sólo otros ilohiim sabrían encontrarlo.
      -Entonces, ¿por qué nos marchamos de allí?
      -Porque allí no podías crecer como una niña normal.
     El arroyo no era profundo. La niña se refrescó los pies y bebió hasta calmar su sed. Ahora podía ver delante de ella las primeras torres derruidas, supervivientes de una época anterior a la devastación de la campiña que se extendía a los pies de Boreade Efenik. Monumentos gloriosos de espléndida alzada y magníficos sillares que parecían haber sido levantados por gigantes, erigidos durante los años de esplendor de un reino que no había conocido la discordia, amenazadores bastiones utilizados después como puesto de vigilancia, fortalezas defensivas durante las guerras que sacudirían el mundo en una época de confusión ahora olvidada.; belleza entre tanta maldad, la arrogancia de los hombres abocada a la caída, la destrucción de hermosas joyas, legado de los Antiguos, a cambio de una paz que no duraría eternamente; gigantes olvidados excepto en las leyendas y en las canciones, hoy hogar para las aves y la maleza, aún impresionantes a pesar del abandono, sobrecogieron a la niña que nunca había visto construcciones semejantes. Qué lejos quedaban los bosques ancestrales, la hermosa ciudad de Oassian, edificaciones sencillas para unas gentes poderosas que no gustaban de alardear de su poder pese a la arrogancia que les era propia. Las antiguas guerras habían dejado cicatrices a lo largo y ancho de Thèramon, pero no en las Ciudades Ocultas en las que la magia pervivía. Y sin embargo había sido la magia, los ilohiim quienes ayudaron a construir esas torres y muchas otras maravillas que más tarde corromperían los corazones de los hombres, en un época remota en que las guerras eran asunto de los dioses y el Mar aún bañaba las costas del mundo.
      La hierba era rala junto a las ruinas cercadas de espinos y enredaderas, pero crecía abundante y salvaje a lo largo del camino apenas transitado, y fue un alivio para sus pies cansados dejar atrás la tierra pedregosa y agrietada. Incluso el aire se le antojó más fresco, a pesar de la presencia de Aeblir el castigador. Los cantos de infinidad de aves le dieron la bienvenida, y muchos árboles que crecían dispersos a su alrededor agitaban las ramas a modo de saludo a su paso.
       -Qué diferente es este lugar del que hemos dejado atrás. Ya no me siento triste como esta mañana. Me parecía que la tierra lloraba, abuelo. Que me decía cosas, que me contaba una historia. Pero la tierra no puede hablar, la tierra es como las rocas, que no están vivas.
       -Niña mía, ¿no has aprendido nada de tu estancia en Oassian? ¿Acaso los Ma Daraii no te enseñaron a escuchar con los oídos del corazón? Tu naturaleza te hace sensible a las voces de la tierra tanto como a las de las plantas. Especialmente en Nunak Dev. Pero has de crecer más para comprender lo que ahora no puedo explicarte. No tengas prisa, pequeña, tienes todo el tiempo del mundo para descubrir todos los secretos importantes.
        -Esta tierra también tiene un secreto, pero no me lo quiere contar. ¿Conoces tú ese secreto, abuelo?
        El hombre no quiso responder a esa pregunta.
        -¿Qué sientes en este momento? Dime qué siente tu corazón.
      -Nostalgia -dijo la niña, después de buscar en su interior-. Como la alegría de haber vuelto al hogar, pero también como una pena muy grande por el hogar perdido. ¿Tiene sentido, abuelo?
        El hombre esbozó una sonrisa cargada de tristeza.
        -¿Vamos a quedarnos en este lugar?
        -No, pequeña. Este lugar no es seguro para nosotros. Nos aguarda un largo viaje a través de las montañas.
        -¿Creceré durante nuestro viaje?
        -Ya lo creo que sí. Es un viaje muy largo.
     Se giraron hacia el norte. El hombre señaló con el brazo extendido, pero la niña no veía la silueta de Boreade Mört. Suponía que no iban a llegar allí antes del anochecer.
       -Piensas en algo frío y blanco, ¿qué es, abuelo?
       -Sibh Eryal, el Desierto de Hielo. Debemos atravesarlo para alcanzar nuestro destino.
       -¿Qué hay más allá del Desierto de Hielo?
       -Un lugar seguro para ti.
       -No me asusta el viaje a través de las montañas. No me asusta nada si estás conmigo.
       Le dieron la espalda al País de las Torres y reanudaron su camino, rumbo al norte esta vez.
     A ratos conversaban. La niña hacía preguntas y el hombre las contestaba, no siempre de forma directa, pero a ella no le importaba. Podía adivinar el estado de ánimo del hombre, suponía ella que porque estaba muy unida a él y le conocía bien. No era tan joven como aparentaba, pero sí lo suficiente como para no haber descubierto aún el poder que guardaba en su interior.
     Los Ma Daraii le habían enseñado muchas cosas. Pero tampoco ellos habían podido ver qué clase de criatura se escondía detrás de su Apariencia.
    -Debes alejarla de Oassian -le había dicho el anciano Aladar al hombre, no sin pena-, debes permitirle crecer como una dizseiim. Necesita desarrollarse, para descubrir el alcance de su poder. En nuestra ciudad tardaría demasiado en crecer. Y me temo que la Magia que se respira en este lugar no la está beneficiando. Debes devolverla al mundo que la vio nacer. Ocúltala tan bien como puedas, pues corre un gran peligro, como bien sabes. Y cuando haya crecido, llévala a Oasyna. Lil Duma es mucho más que un ilohiim; él puede ver mucho más lejos que el resto de los hombres. Es posible que pueda ayudarte.
     Caminaron durante horas, hasta que las montañas aparecieron en el horizonte, llenando a la niña de emoción y renovando sus energías. Aeblir había alcanzado a su hermano en el cielo, pronto le arroparía con su manto granate y ambos irían, convertidos en uno solo, al encuentro de Fsaira, la indómita, que asomaba por el este y por el este se ocultaba llevando consigo a los hijos de Ulcus y poniendo así fin al día. La pequeña se soltó de la mano del hombre y gritó de alegría. El abuelo le había prometido que crecería durante su viaje a través de las montañas, y se moría de ganas de alcanzarlas. El deseo pareció poner alas en sus pies y avanzó ligera como una hoja arrastrada por el viento, más veloz que el carro de fuego de Aeblir, adelantándose a la salida de Fsaira".


Gracias en especial a Julia, Jordi y Raquel, y a sus novelas, que tanto han inspirado a mis musas: Lealtades Enfrentadas, Tres  Profecías, y El Arcángel de Luz.
Si antes de que acabe el mes hemos llegado a las 1300 visitas, voy a empezar a creerme en serio que nos vamos a ver los cuatro en las librerías dentro de muy poco tiempo.
Los dioses dirán.
Yo sigo creyendo en el Cosmos.



viernes, 27 de mayo de 2011

EL SEGUNDO SOL DE THÈRAMON

Más de mil visitas en menos de un mes. Sigo con cara de boba, pero empiezo a creerme que Thèramon gusta.
Me siento tan feliz que empiezo a resultar insoportable. El sol brilla cada día en mi cielo, me alegra el espíritu y me llena de energía. Esperando que para vosotros brille con la misma fuerza y os proporcione el mismo gozo, hoy  os dejo a Aeblir, el Gran Sol, tal como os prometí.



              © Bea Magaña
               (Reservados todos los derechos)
            "La mañana está avanzada cuando Aeblir, el de la dorada melena, aparece por el oeste siguiendo la estela del carro de Plio. Espolea a su cabalgadura, presto a alcanzar a su hermano menor, al que desea proteger a toda costa. Plio ha abandonado su natural pereza y recorre ahora los cielos con la alegría característica de la juventud, iluminando aunque no calentando las tierras que se extienden a sus pies. Aeblir el intrépido se eleva sobre la espesura de Parome Arborae, que tiene ojos que lloran y bocas que cantan, y sobrevuela la cumbre de Boreade Efenik, el coloso dormido, preferido de Ulcus, coronado por una nube de vapores y ceniza, mudo guardián de un reino ahora desolado. El viejo continente ha despertado. Pero nada se mueve a lo largo de la región devastada en la que nada crece. El hombre y su acompañante han caminado durante toda la mañana, y se encuentran ya cerca del límite septentrional de Efenag Dalnu cuando por fin Aeblir dirige su mirada ardiente hacia el este.
      La curiosidad, que no es una cualidad innata en él, le aguijonea de pronto, y movido por ella se aproxima a la tierra para observar a la pareja de caminantes de cerca.
     Es un peregrino de ojos oscuros y cabello encanecido que viste una túnica verde algo ajada y calza botas de cuero marrón. Lleva de la mano a un niño demasiado pequeño para haber aprendido a andar, pero que camina al lado del adulto sin protestar ni hacer gestos de fatiga o de incomodidad. El niño viste las ropas de color verde propias de los Ma Daraii, pero sus cabellos son dorados, y su piel clara como el alabastro. Es tan hermoso que podría confundirse con una niña, y tan pequeño que Aeblir no puede estar seguro de que no lo sea en realidad. Ambos parecen humanos corrientes, aunque sus ropas delatan algún tipo de conexión con los ilohiim que moran ocultos en lo más recóndito de Fäardru Arborae; humanos corrientes, y sin embargo la Magia les acompaña, como una sombra que nadie puede ver pero que otros inmortales son capaces de percibir.
      Ninguno de los dos lleva equipaje, pero el hombre porta una espada a medias oculta bajo la capa, un arma que sólo los caballeros de Mersha llegan a empuñar. Por qué un peregrino que procede de la Ciudad Oculta de Oassian porta una de las míticas espadas del dragón es un misterio que el Gran Sol no tarda en desentrañar. Reconoce el arma, y reconoce al hombre, a pesar de que ha cambiado en los diez años transcurridos desde que le viera por primera vez arrodillado a los pies de Boreade Efenik, suplicando el favor de Ulcus con un bebé en los brazos. Debe de tratarse del mismo niño, si bien aparenta poco más de un año de edad. El tiempo no transcurre de la misma forma dentro de las Ciudades Ocultas. Por eso los ilohiim no envejecen.
      El aspecto del pequeño (o la pequeña, Aeblir no puede asegurar que sea lo uno o lo otro) no acusa el paso de los diez años transcurridos. Ciertamente ha crecido, el año que ha vivido junto a los Ma Daraii no ha impedido que la naturaleza siguiera su curso; la Magia presente en las Ciudades Ocultas no detiene el desarrollo, tan sólo lo ralentiza. Por eso extraña tanto el aspecto algo envejecido del hombre. Sus cabellos no eran grises cuando inició su viaje a través de Nunak Dev. Su estancia en Oassian no parece haberle afectado como a cualquier otro mortal. Da la impresión de que hubiera cambiado por propia voluntad, de que su prematuro envejecimiento se debiera más a una decisión consciente que al trabajo de la Naturaleza.
      Y es este hecho el que llama la atención de Aeblir. Le observa con mayor atención, hurga en su interior hasta dar con su esencia, busca en el fondo de sus ojos oscuros hasta que no le cabe ninguna duda de que ese hombre es mucho más de lo que deja ver. Su aspecto no es más que una Apariencia, ahora puede decirlo sin riesgo a equivocarse. Porque él es el primogénito de Ulcus, de cuyo fuego surgieron los primeros dragones, y reconoce ese fuego en los ojos oscuros del hombre; y porque su amor por Fsaira le llevó a conocer en profundidad a Adtaros, el padre de los vientos, cuyo aliento otorgó a los Onii la capacidad de volar, y puede sentir ese poder escondido bajo la Apariencia de un hombre corriente.
      Un caballero de Mersha, un descendiente de Onii disfrazado de hombre, un peregrino que recorre el mundo buscando algo o huyendo de alguien, quién podría decirlo. El verdadero misterio es la criatura que le acompaña, un ser cuya esencia Aeblir no es capaz de reconocer.
     Nunca en la historia de Thèramon se vio una criatura semejante. Apenas desarrollado, es muy difícil adivinar la verdadera forma que se oculta debajo de su Apariencia. Aeblir puede percibir un atisbo, nada concreto, como si la criatura misma ignorase qué clase de ser es. En sus ojos arde un fuego semejante al de los del Baskonio que la lleva de la mano por los caminos del mundo, pero también hay luz, la misma luz que el amado de los dioses irradia a través de sus pupilas violetas y que sólo sus descendientes heredan.
      De pronto, Aeblir se encuentra sonriendo sin apenas darse cuenta. Karendin, piensa, sentado en su carro de fuego, ensimismado. Una karendin que posee parte del poder de los Onii. O una Baskonia tocada por el poder de May-tê-addi. O un híbrido de ambas, a juzgar por su esencia dividida, ¿es por ese motivo por el que Aeblir no alcanza a distinguir su verdadera forma?
     La pareja avanza con decisión en dirección a Xaina Dalnu, bajo la mirada abrasadora del Gran Sol, que cabalga entretenido con el misterio que esa criatura representa. El hijo mayor del dios Forjador mira hacia el país de las nieves eternas y ve en la distancia Boreade Sibbah, hogar secreto de los Lil Xaii. Acaso el hombre busca en Oasyna las respuestas que no ha encontrado en Oassian, o es que pretende mantener a la criatura oculta durante el mayor tiempo posible. Si sus suposiciones son correctas, les queda un largo camino por delante. Se pregunta si el niño (o la niña, Aeblir empieza a pensar que se trata de lo segundo) podrá resistir el duro viaje a través de las montañas.
         Y así, movido por la curiosidad, continúa su camino, decidido a acompañar a tan insólita pareja durante un trecho."


He decidido hacer una pequeña modificación en  el cuadro de seguidores. Me gusta más llamaros Compañeros de Viaje. Aunque he perdido el cartelito de SEGUIR de google que aparecía encima de vuestras fotos. ¿Alguno sabe a dónde ha ido? ¿Significa que ya no hay modo de que nos sigan nuevos compañeros de viaje?
Sí, lo he visto, en la barra de arriba existe la opción de seguir. Pero me gustaba la que tenía antes....

Os animo a dejar vuestros comentarios. Cuando os leo, me apetece mucho seguir compartiendo esta historia con vosotros.
Ya os lo dije, no soy buena soportando torturas: cedo fácilmente cuando se me presiona.
Jajajaja.
Deseo que disfrutéis con este nuevo pedacito, sé que es corto, el siguiente lo compensará. 
Que los dioses os guarden, y que os mantengan cerca. Gracias a vosotros, éste está siendo un viaje apasionante.


miércoles, 25 de mayo de 2011

Casi mil veces gracias

Me considero una persona sencilla. Rarita, algo incomprendida, insufriblemente tímida. Mi cerebro es complejo, cierto, no puedo negarlo; tengo insomnio, porque no he aprendido a relajar la mente, a dejarla en blanco. Lo confieso: me horroriza la idea de mirar hacia dentro y ver que no hay nada en mi cabeza. Prefiero que mi cerebro continúe funcionando las veinticuatro horas del día, aunque eso signifique que voy a seguir pasando las noches en vela. Prefiero la avalancha exagerada de ideas y de pensamientos a una total ausencia de ellos.
Pero no me refería a mi procesador de datos interno. Hablaba de mis reacciones. Sencilla, ya os digo. Miro el contador de visitas de este blog recién nacido y se me queda cara de boba, de pura incredulidad, y luego se me pone una sonrisa que me acompaña el día entero. ¡Les gusta Thèramon, les gusta mi prosa! Me siento tan agradecida, tan llena de afecto, tan querida, que pienso que en cualquier momento el corazón se me va a salir del pecho, tan grande lo siento y tan rebosante de emoción. Ignoro si 900 visitas en menos de un mes significa éxito, os juro que no me siento más grande que hace tres semanas, si acaso más pequeña, como un animalito en una jaula del zoo, observado por un montón de gente, tímido y deseoso de agradar a aquéllos que le miran.
No voy a negar que me complacen los comentarios que me van dejando tanto aquí como en mi muro de facebook, o en mensajes privados. Cada cumplido me produce un subidón. Cada muestra de apoyo y de cariño me alegra el alma. Mis musas están más activas que nunca, quieren agradaros, quieren que os enamoréis tanto de Thèramon que sigáis haciendo el viaje a mi lado, hasta el final. (¿Final? Qué cosas digo; hay escritas más de 500 páginas de historias de Thèramon, no le veo un final, la verdad). Pero entended mi satisfacción como un profundo agradecimiento y una enorme alegría, nunca como prepotencia, es imposible que cualquier cumplido se me suba a la cabeza, porque escribo por necesidad antes que por gusto, y por gusto antes que buscando reconocimiento.
Eso no quiere decir que no desee publicar esta novela, y muchas otras después de ésta. Mis compañeros de viaje me dijeron que expresarme a través de este espacio me ayudaría a perder mi timidez, y estoy poniendo todo mi empeño en ello. Si lo hago bien o no, es algo que ya no me inquieta. Gracias a este blog estoy conociendo a muchas personas estupendas, lectores y escritores que enriquecen mi mundo, que me enseñan, que me dan consejos, que me animan a seguir adelante.

Así que ¡adelante!, sin dudar, sin temor. Que Thèramon se exprese por medio de mí, que se dé a conocer, que enamore y que proporcione gozo y que crezca cuanto quiera, porque la felicidad que siento en estos momentos no puede compararse con nada. Escribir es lo mejor que existe. Escribir es un acto de creación, un acto de amor. Y deseo compartir mi amor con todos vosotros. Gracias por formar parte de todo esto.

Quiero responder a las preguntas que algunos me habéis hecho acerca de la mitología de Thèramon. Pero quisiera presentaros a Aeblir y a Fsaira primero. Ya habéis conocido a Plio, el Pastor de Sombras, el Primer Sol y el más pequeño. Una parte de mi cerebro hiperactivo está redactando ya el texto que se refiere al origen de Thèramon y a su panteón de dioses y diosas, cuando esté listo lo compartiré con vosotros. Mientras, os dejaré un pedazo más de este prólogo, en el que conoceréis a Aeblir el Castigador, el Gran Sol.
Pero no ahora, no quiero que esta entrada se alargue mucho más. Mantener al lector interesado, sí, agobiarle con exceso de texto, mejor no. Puede que algunos piensen: a ver, Bea, ¿y por qué no omitiste tu parrafada y nos pusiste el relato directamente? Mi respuesta es: tenía que deciros lo muy agradecida que me siento, y lo mucho que os quiero.
Podría haberlo dicho en una sola frase, pero debéis entenderlo: no soy buena haciéndo resúmenes.

Y de este modo respondía también a vuestros maravillosos comentarios de mi última entrada.

Que Enlil os bendiga a todos.
B.A

jueves, 19 de mayo de 2011

Otro pedacito de Thèramon

Queridos compañeros de viaje:
no tengo palabras para expresar lo agradecida que me siento por vuestras muestras de cariño y por vuestro apoyo. Miento; sí tengo palabras, muchas, pero ni todas juntas serían suficientes para deciros lo maravillosos que sois. Thèramon crece y cobra vida a buen ritmo gracias a vosotros, mis musas están más activas que nunca, y me siento tan feliz que ya no hay días grises ni problemas demasiado importantes.
Hoy os regalo otro pedacito de esta historia. Es mi forma de decir gracias.


  
                       © Bea Magaña
                        (Reservados todos los derechos)

                       "El hombre se detuvo un instante y alzó la cabeza hacia los cielos. En el este aún oscurecido brillaba Blava Brelian, el lucero de la mañana, guía de peregrinos y de viajeros. Al oeste, el Primer Sol había iniciado su andadura. El pequeño y madrugador Plio iluminaba la tierra áspera y rojiza pero no la calentaba. El bebé tenía frío. Lo envolvió con una esquina de su capa y lo apretó contra su pecho. No había mucho más que pudiera hacer por él.
          Procedente del noroeste, Cauro le traía el olor de las cenizas y el azufre, un aroma cálido que le acariciaba el rostro y le hacía sentir añoranza del hogar a pesar de que nunca había estado en el interior de Boreade Efenik ni había visto jamás las grutas en las que antaño moraran sus antepasados, si era cierto lo que contaban las leyendas. Nadie se acercaba a los Picos de Fuego desde la última guerra, la más sangrienta de las muchas que tuvieron lugar durante la era de Evraim, si podía evitarlo. Para los hombres, la Devastación era un terreno maldito poblado por fantasmas vengativos que aguardaban el momento de su revancha. Para los descendientes de Skalio Neerade, era un lugar plagado de ecos terribles que sus corazones no podían resistir escuchar. Ni todas las lágrimas de los pocos Baskonios que quedaban en el mundo podían obrar el milagro de devolverle la fertilidad a aquella llanura árida que un día fuera lugar de creación y de esperanza. El hombre ignoró la rabia. Ignoró la pena. No pudo ignorar los ecos, no obstante, los percibía con la sangre más que con los oídos. La tierra no clamaba venganza, sino justicia. Nada crecía en Nunak Dev, porque la tierra no olvidaba, aun cuando los dizseiim lo hicieran.
          El bebé lloraba, suponía él que a causa del hambre, y esto le producía un gran pesar, pues no tenía modo de satisfacer sus necesidades. Se preguntaba si lograría sobrevivir sin su madre. Esperaba que la sangre de su padre le proporcionara la resistencia necesaria para aguantar el viaje a través de la Devastación. Confiaba en encontrar ayuda en Boreade Efenik, o al menos inspiración. No había nada que pudiera hacer por ella, aparte de tratar de mantener su diminuto cuerpo caliente y caminar lo más deprisa que le permitieran sus pies cansados. Apenas había dormido los últimos días, no se había atrevido a cerrar los ojos por temor a despertar y descubrir que la había perdido antes de haber alcanzado su destino.
          No sabía con qué se iba a encontrar cuando llegara. Desde luego no esperaba hallar al propio Ulcus sentado en su trono de fuego en la que decían que era su morada terrenal. Muchos creían que los dioses habían abandonado Thèramon siglos atrás. ¿Bastaría la fe de un solo hombre para provocar su regreso? ¿Se dignaría el Forjador a escuchar su plegaria?
          Tenía que intentarlo. Esa criatura debía vivir.
          La apretó contra su pecho. Era tan diminuta, tan vulnerable, tan insignificante. Y sin embargo valiosa, tan valiosa, única en su especie, un milagro que nunca debería haberse producido. Había jurado protegerla, sobre el cuerpo moribundo de una hermosa desconocida y con la sangre de ésta brillando en la hoja de su espada y manchando sus manos, había pronunciado un juramento sagrado, y no lo quebrantaría. Por su honor, por su condición, por el amor que sentía hacia su rey y amigo, por el recuerdo de la familia a la que había tenido que abandonar a pesar del dolor que sintió en el corazón al pensar que quizás no volvería a ver jamás el rostro de su hijo. Porque amaba a esa criatura que no tenía a nadie más en el mundo que pudiera ocuparse de ella.
          Supo que la amaba la primera vez que ella abrió los ojos y le miró. Había luz en esos ojos que no habían llegado a ver el rostro de su padre y que apenas habían tenido una visión borrosa de su madre, la misma luz que él había visto en la mujer que le suplicaba de rodillas, la que se atrevió a despojarse de su Apariencia delante de él, confiando que con ese gesto él la escucharía y le concedería su deseo. La luz del amado de los dioses, la luz más hermosa que alguien podía contemplar. Más hermosa que la luz de Ungetsu, a la que amaba por encima de todas las cosas, porque así se lo exigía su naturaleza. La luz de esos ojos le había conquistado. Le había llegado al corazón.
          Tenía que intentarlo. Tenía que conseguirlo.
          Miró a su alrededor y se estremeció. La soledad de Nunak Dev le hizo sentir deseos de desprenderse de su Apariencia y echar a volar. No había nadie que pudiera verle. No corría peligro en aquel lugar deshabitado. Estaba agotado, las fuerzas empezaban a fallarle. Podía avanzar tan deprisa bajo su verdadera forma... Pero ella era tan pequeña, tan frágil, cómo llevarla consigo y arriesgarse a lastimarla. No estaba exhausto, podía caminar un día más.
          Suspiró. La noche se había retirado por completo, y Plio le alumbraba el camino. Los Picos de Fuego, se repitió, y asintió una vez. Ya no estaba lejos."


Gracias a mi Tifinag, mi guía del desierto, que con sus palabras siempre consigue arrancarme una sonrisa y recargar mi energía.
 Nada se consigue sin amor, y yo tengo tanto amor en estos momentos que no dudo ni por un instante de que esta Historia de Thèramon llegará a ver la luz y tocará muchos corazones. De momento puedo compartirla con vosotros, si seguís interesados en leerla. Y si por un momento os hemos hecho soñar, ya hemos conseguido nuestro objetivo.
Océanos de amor

sábado, 14 de mayo de 2011

PROLOGO. CRIATURA DE FUEGO, CRIATURA DE LUZ

Queridos compañeros de viaje:

No tengo mucho tiempo esta tarde, lo justo para una siesta muy corta y una ducha, antes de volver al trabajo. He decidido saltarme la siesta. Tengo una promesa que cumplir.

El texto que voy a compartir con vosotros va entre comillas. Es el comienzo de esta novela, que es una de las muchas Historias de Thèramon. Tal como apunté hace días, este texto está registrado .Espero que lo disfrutéis, y que lo respetéis. Y espero vuestros comentarios, todas las críticas serán bien recibidas. No seáis muy duros... No, sed duros si es preciso. Desde el momento en que le habéis abierto vuestro corazón a Thèramon, sus historias son para vosotros, no sólo para mí, y deseo daros lo que estábais esperando.


  Prólogo. Criatura de fuego, criatura de luz. Por B.A Magaña.
                      

                             © Bea Magaña
                              (Todos los derechos reservados)

                            "La aurora boreal tiñe el cielo de púrpura y oro al noroeste del mundo. Desde allí sopla el viento que trae noticias de tierras lejanas. La desnuda planicie resquebrajada dormita bajo la mirada atenta de Brelian, que vigila incansable desde cielos inmemoriales. Las sombras se revuelven inquietas, sabedoras de que su reinado está a punto de finalizar. Nada se mueve en Nunak Dev; nada perturba el silencio a lo largo y ancho de la Devastación
              Con las primeras luces del alba la tierra, que durante la noche pareciera negra, revela a su pesar el rostro que la entristece y avergüenza: doscientos años no han bastado para borrar las huellas del viejo odio que llevó a dragones y a hombres al borde de la mutua aniquilación. Poco o nada crece en la tierra rojiza, y ni las aves se atreven a sobrevolar la desolada región, que se extiende en forma de daga de noroeste a sureste a lo largo de treinta leguas, semejante a una herida doliente en el mapa del mundo.
              Plio asoma su rostro lampiño y saluda en silencio al viejo continente adormecido. Inicia su cabalgada sin prisas, como cada mañana, avanza perezoso desde el oeste empujando a la oscuridad que se resiste a ser desplazada. Pronto su luz baña las tierras que se extienden a sus pies, y el mundo despierta a su paso. El paisaje harto familiar permanece inmutable, pero el Pastor de Sombras lo contempla con la misma curiosidad pueril de los primeros tiempos. Los eones transcurridos no le han cambiado, continúa siendo un niño, y como tal es inquieto y apasionado, y no ha sucumbido al tedio que provoca la rutina. Sus grandes ojos  observan con atención mientras conduce a su rebaño a través de los cielos. Su paso lento es el de un explorador que busca las huellas de una aventura sobre una tierra que no cambia, no con frecuencia.
              Plio es el menor de sus hermanos, y el más distante de la tierra en la que moran los parecidos a los dioses, pero puede verlo todo desde las alturas. Ve que hay vida en la Devastación, y dirige hacia allí sus ojos curiosos. El hombre es poco más que un diminuto punto de color verde en mitad de la llanura despoblada, pero el hijo menor de Ulcus puede apreciar cada detalle de su rostro con claridad a pesar de la distancia. Sin dejar de avanzar, pues detenerse es un capricho que no le está permitido, le observa con creciente interés, y sus labios se curvan en una sonrisa de anticipación de la que apenas es consciente.
              El hombre viste una casaca de colores verde y plata propia de los caballeros de Mersha, oculta sólo en parte por una gastada capa de viaje bajo la cuál se adivina el contorno de una espada que ha probado la sangre hace apenas cuatro días. Sus botas cubiertas de polvo hablan de una larga caminata a través de terreno árido y despoblado. Sus ojos oscuros miran fijos al norte, a la amenazadora silueta de Boreade Efenik, el hogar de Ulcus, Señor del Fuego Imperecedero. Le rodea un halo de poder que a Plio no le pasa desapercibido, un poder auténtico y antiguo que no se ha visto por estas tierras desde hace cientos de años.
              Lleva entre sus brazos un bulto envuelto en una porción de su capa, un pequeño bulto que por momentos se convulsiona y que parece gimotear como un recién nacido. El llanto de la criatura no es estridente, antes bien, se siente como un rumor agradable y melodioso que recuerda al fluir de los arroyos y le trae a Plio imágenes de prados floridos y de manantiales de agua fresca y de criaturas extraordinarias que una vez recorrieron el mundo bajo las miradas maravilladas de unos mortales cuyos descendientes las obligarían a esconderse de la vista eones más tarde, convirtiéndose así en leyenda. Por qué una criatura a la que ni siquiera puede ver le trae con tanta intensidad el recuerdo del amado de los dioses, es algo que excita la curiosidad del Pastor de Sombras hasta el punto de desear descender hasta esa tierra que no le está permitido pisar.
             Poder ancestral y el rumor de los manantiales no son cualidades que posean los humanos corrientes. Por Ulcus, que el día se presenta interesante.
              Plio extiende sus brazos en forma de haces de luz y se acerca así a la campiña devastada. Al sentir su contacto, el hombre alza la cabeza y mira hacia los cielos con los ojos entrecerrados. A Plio no le cabe duda de que ese hombre es un simple dizseiim, un soldado a juzgar por su vestimenta, y no especialmente joven. No posee los rasgos que distinguen a los ilohiim, seguramente nunca ha visitado ninguna de las Ciudades Ocultas ni ha oído hablar de ellas; pero la Magia corre por sus venas, Plio tampoco duda de esto. Su curiosidad aumenta, haciéndole resplandecer de excitación.
               Entonces, lo inesperado. Las pupilas del hombre se contraen hasta convertirse en rendijas verticales, y sus iris refulgen como dos rubíes animados por algún fuego interior. ¡Fuego de Ulcus! Plio se estremece. Los vástagos mortales de Skalio Neerade no son numerosos, y hace cientos de años que Thèramon no presencia el nacimiento de uno de ellos, pero ¡por el amor de Neera!, ¿quién sino Plio podría reconocer ese fuego, el mismo fuego del cual fue engendrado? No duda de sus sentidos. Si hasta la tierra parece estremecerse al reconocer a un Baskonio aquí, en el mismo lugar que se viera mancillado por la sangre derramada de sus antepasados.
              El hombre avanza con decisión en dirección a los Picos de Fuego. Su paso es lento y trabajoso, pero constante. El bulto al que protege contra su pecho reclama su atención, al cabo de un rato le obliga a detenerse. Plio observa con ojos brillantes, ansioso por satisfacer su curiosidad. El hombre retira la capa y deja a la vista a la criatura que llora de hambre y de miedo y le acaricia el diminuto rostro hasta que el llanto cesa. Es demasiado pequeña como para ser otra cosa que un recién nacido. A Plio le parece insignificante. Pero el hombre la mira con adoración e infinita ternura, y sonríe cuando ella le mira con sus pequeños ojos llenos de luz.
               El hombre le habla a la criatura, la acomoda en sus brazos y señala hacia el norte, hacia el lugar al que se dirigen. La pequeña le escucha con atención, uno juraría que entiende cada palabra que su protector pronuncia, por fin mira hacia la lejana silueta de Boreade Efenik y balbucea en su lenguaje ininteligible. Sus ojos parecen despedir una llamarada incandescente cuando se encuentran con aquello que el hombre intenta mostrarle. Plio contiene el aliento. Ignora qué clase de criatura es ésa que acaba de llegar al mundo, pero sabe que nunca ha existido en Thèramon una igual a ella.
              En una tierra que no cambia con frecuencia, una nueva era de cambios está a punto de iniciarse. Plio se deshace de la pereza y se dispone a iluminarles el camino."


Aquí os dejo el pedacito que os prometí. 
Si os ha gustado, y tenéis que hacérmelo saber, seguiré adelante. El prólogo ocupa diez páginas, y el resto de la historia sigue creciendo. 
Aquí os espero.
Desde aquí os envío mi amor.

Que los dioses os guarden, y que os colmen de bendiciones. Os estoy infinitamente agradecida por el interés que habéis mostrado, incluso a todos aquéllos que no habéis dejado huella de vuestro paso más que en el contador de visitas de este humilde blog. Me hace feliz compartir mi mundo con vosotros.
Guardadlo bien, os lo suplico, porque es una parte de mi corazón.

viernes, 13 de mayo de 2011

El problemilla

Queridos amigos, compañeros de viaje,

todos lo habéis visto estos dos últimos días: ha habido un problema en blogger y no hemos podido escribir nuevas entradas, ni dejar comentarios en los blogs amigos, ni hacernos seguidores de blogs nuevos. Y los que han podido, han visto cómo sus publicaciones desaparecían. Imagino la frustración que habéis sentido, comparable a la que he sentido yo.

Os prometí un avance del comienzo de mi novela, y no he podido cumplir mi promesa. Os pido disculpas. Entended que no he pecado de perezosa, ni de informal. No he tenido modo de cumplir con la palabra que os di.

Parece que hoy se ha restablecido el servicio. Prueba de ello es que ahora estoy escribiendo esta nota.
Pero he visto la noticia y he sabido que las notas que otros publicaron se han borrado, y me dolería muchísimo que ocurriera lo mismo con mi texto. Prefiero pecar de precavida, espero que me comprendáis y que la espera no disminuya el interés que habéis mostrado hasta el momento (entiendo que hay interés por Thèramon, o es que mi contador de visitas se ha vuelto loco)

Quiero agradeceros a todos vuestro apoyo y pediros un día más de paciencia (dos días, que los sábados doblo turno en el trabajo y no puedo conectarme). Os prometo que os dejaré un párrafo bien largo, y sin pretender parecer demasiado pagada de mí misma os diré que no váis a sentiros decepcionados.

Océanos de amor. Que la gracia de Neera sea con todos vosotros, y que el fuego creador de Ulcus arda en vuestros corazones

B.A

martes, 10 de mayo de 2011

Las dichosas comillas

Bienvenidos, amigos habituales y visitantes desconocidos.

Quiero compartir con vosotros un pedazo de la historia de Thèramon.
 De su mitología, de su geografía, de sus criaturas.
De su idioma.
Vais a leer palabras que no vais a entender, no os preocupéis, poco a poco os iréis familiarizando con ellas.
Muchas se van explicando o traduciendo sobre la marcha.
Otras se mantienen como incógnitas porque así lo requiere la historia.
Si os lo explico todo desde el principio, ¿dónde está la intriga?

Pero... las dichosas comillas:
Quiero que sepáis que todo lo que publique entre comillas a partir de ahora serán fragmentos de la novela.
Puedo compartirlos con vosotros porque están registrados.
Nunca he prestado o mostrado una de mis novelas a nadie (ni siquera a mis amigos más cercanos)
si ésta no había pasado primero por el registro de la propiedad intelectual.

Por eso, delante de cada párrafo que os muestre, veréis el siguiente mensaje
"Todos los derechos reservados"
No quiero resultar pesada utilizando esta etiqueta, pero la pondré cada vez.
Supongo que lo entendéis.

Pero primero tengo que seleccionar los párrafos que os voy a enseñar. ¿Seréis pacientes?

Por cierto, amigos, creo que mi contador de visitas no funciona bien. Pone 350. No es posible, ¿lo es?

A todos los visitantes anónimos, gracias por pasar por aquí
y os pido que dejéis vuestros comentarios
sois bienvenidos
dejad que os conozcamos.

Abridle vuestro corazón a Thèramon. Está deseando ser conocido y amado

lunes, 9 de mayo de 2011

Nuevos personajes

Otra noche de insomnio, dando vueltas en la cama hasta conseguir que Covent se ponga histérico y me muerda, comiendo chocolate (debería guardar la tableta de Milka en la nevera en lugar de dejarla sobre la mesita) y escuchando voces que hablan un lenguaje que me es muy familiar a la vez que viendo paisajes que empiezo a reconocer.
 He oído la voz de Reicaal mientras descansaba a la orilla de un arroyo que fluye muy cerca de la falda de Boreade Addinea, la Montaña de los Dioses; su voz es melódica y cristalina como el agua de las fuentes, fresca y dulce como el rumor de los ríos, no tengo dudas: es una karendin. Y la encontraremos cerca del final de la historia -exigencias del guión.
He oído la voz de Yordanog (o Iordanog, sí, creo que se escribe de esta forma) mientras hacía un alto en mi viaje a través del ardiente Sàarani-Erye, el Desierto de las Ilusiones; su voz es serena y cálida, la voz de un amigo, capaz de infundir valor y confianza, no tengo dudas: es uno de los tifinag. Y le encontraremos hacia la mitad de la historia -claro, tenemos que llegar primero al desierto-
He oído la voz de Yulesil, y la he oído en muchos lugares distantes entre sí; su voz es etérea, profunda y sabia, y algo me dice que no es una dizseiim, como los otros dos. Pero qué clase de criatura inmortal es, lo ignoro. Podría tratarse de una de las Darunii Madasn, las tres brujas negras de las arenas. Ni malas, ni buenas, eh, Jules! Las Darunii Madasn están por encima de esas trivialidades.

Gracias, compañeros de viaje, por vuestros comentarios. Ésta es mi forma de responderos.

Y, ahora, una pausa publicitaria:

                    En el blog Devoradora de Libros se menciona mi nombre!! Aquí va mi agradecimiento 8)

                    En el blog El Arcángel de Luz también se menciona mi nombre!! (mal escrito, pero Raquel ya se encargará de corregirlo) Y aquí va mi agradecimiento 8)

                    En el blog Íroas: hijos de los dioses se habla de uno de mis temas favoritos: la Atlántida, que siempre ha sido para mí motivo de inspiración 8)

                    También he visitado el blog Las ventanas de mi cabeza, de nuestro amigo y seguidor Juan R. Vera, del que hablaré en el futuro si llego a conocerle mejor. Desde aquí, un saludo y un abrazo, Juanra, yo también he óído esa vocecilla tramposa muchas veces en el pasado, aunque a mí no me salvó el teléfono sino el correo

                    
                     Y por último, las noticias del día: Mañana mi criatura y yo nos vamos al registro, pues ya estamos preparadas para mostrarnos ante vosotros. Así que la siguiente entrada que leeréis será ésta:

                    PROLOGO. CRIATURA DE FUEGO, CRIATURA DE LUZ


Océanos de amor! Y que los dioses os bendigan y os protejan

domingo, 8 de mayo de 2011

compañeros de viaje:

Cada vez que entro a este recinto a  curiosear ( porque una no puede pretender aprender el funcionamiento de las cosas si no curiosea un poco, retoca por aquí y por allá y descubre que puede añadir cositas que enriquezcan su página) se añade una cifra en el contador de visitas. Así que igual peco de optimista al pensar que un montón de desconocidos se han sentido atraídos por Thèramon y se han acercado a echar un vistazo. Pero, amigos, 170 visitas en una semana!! Da que pensar. Juro que yo no he entrado tantas veces. Estoy muy sorprendida. Debo decir, gratamente sorprendida.

Queridos amigos, mis compañeros de viaje, vosotros tres que servís de inspiración a mis musas, habéis dejado vuestros comentarios y me habéis animado a seguir adelante con mi aventura. Os doy las gracias, y os envío mi cariño desde aquí. A todos los demás, a los que aún no conozco, a los que visitáis el atrio de entrada al templo de Thèramon, os invito a dejar vuestros comentarios y a haceros seguidores, si os ha gustado este espacio y sentís interés o curiosidad hacia el mundo que existe en mi cabeza y que empieza a llegar a los corazones de esas personas que con su apoyo y sus consejos están consiguiendo que empiece a asomar su tímido y hermoso rostro.
Ayudadnos a crecer, uníos a nosotros en nuestro viaje. Sois bienvenidos, si os gustamos dadle a Seguir.

Y ya que estáis aquí, mirad un momento a la derecha de la pantalla, porque os he dejado una lista de mis blogs favoritos. Os aseguro que merecen la visita, y sé que mis amigos se sentirán agradecidos y complacidos si les dejáis vuestros comentarios.
Yulesil, Yordanog, Reicaal, recibid este besote y opinad, ¿os gustan los nombres de mis tres nuevos personajes?

Me gustaría compartir con vosotros un par de párrafos del prólogo de Criatura de fuego y de luz, como ya hice el mes pasado con el primer capítulo. Sé que los vais a disfrutar. Pero no los voy a transcribir si no hay nadie interesado. Espero vuestras instrucciones. Soy muy paciente, sabré esperar, ya os dije que todo tiene su momento.
El momento de Thèramon se acerca.
Hasta entonces, océanos de amor, y que los dioses os guíen y os guarden.

lunes, 2 de mayo de 2011

Criatura de fuego, criatura de luz.

Los sueños se cumplen cuando les llega el momento. Ojalá el futuro fuera mañana.

Esta ha sido mi máxima durante los dos últimos años. Cuando recuperé la fe perdida, cuando comprendí que no tenía que desfallecer al ver que las cosas iban tan despacio, cuando mirando hacia atrás descubrí que todos mis sueños se habían cumplido (para bien o para mal) con el paso del tiempo... Aprendí a  tener paciencia. Entendí que cada sueño tiene su momento, que los dioses no me conceden lo que deseo, sino lo que necesito, que no puedo obtener lo que quiero cuando no estoy preparada para tenerlo.
Los sueños se cumplen, sí. Y hay que esperar el momento, pero no esperar de brazos cruzados.
Lo intenté, ya os lo he contado. Y funcionó. Porque había llegado el momento, aunque yo todavía no lo sabía. Los astros se estaban alineando, pero yo no miraba a los cielos y no podía verlo. Sin embargo, cumplí mi parte. Y cuando estuve preparada, ocurrió, como una conjunción astral, tres personas se habían reunido, tres personas que sin saberlo tenían en su poder la llave que abriría la puerta por la que las musas entrarían de nuevo en mi mundo.
Facebook me trajo a la primera. Ella me trajo a las otras dos. Se abrió la puerta, las musas volvieron.
No me pregunto por qué, o por qué en este momento. Me limito a dar las gracias a los dioses. Porque las musas han vuelto, y me siento feliz como no me había sentido en años.
Thèramon ya existía antes de conoceros, Julia, Raquel, Jordi. Esta historia, una de las Historias de Thèramon, ya existía antes de conoceros. Pero no habría llegado a convertirse en una novela sin vosotros, sin vuestra inspiración. O quizás sí, con el tiempo, pero no ahora, de eso estoy segura. Os doy las gracias. No importa si no lo sabíais, no importa si no comprendéis el papel que habéis jugado, creedme, sé lo que me digo. No es fácil encontrar espíritus afines, y yo he encontrado tres de golpe. Me inspiráis, y por eso las musas están activas y la historia se está escribiendo sola.
Nunca podré agradecéroslo lo suficiente.

Criatura de fuego, criatura de luz.
No es el título oficial de esta historia, sólo es provisional. Me gustaría saber qué opináis.

Sigo sin tener muy claro si así es como se escribe un blog. Espero no estar decepcionándoos.

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Por Susana © Registrado por Bea Magaña

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