Soy una persona feliz y afortunada. Lo sabéis, porque lo digo a menudo. Pero no siempre he sido la Bea optimista y llena de ilusión que conocéis. Sufro extraños ataques de tristeza que no sé de dónde vienen y que tardan varios días en desaparecer. En el pasado, mi estado anímico era casi siempre la tristeza. Curiosamente, escribía mucho incluso bajo ese estado anímico. Y mis relatos no eran deprimentes, nada de amores no correspondidos o muertes trágicas, fantasmas o pesadillas, a veces eran relatos oscuros, pero siempre me parecían interesantes.
Y, no me preguntéis cómo o por qué motivo, en algún momento se colaban en el texto palabras que sólo yo conocía y podía comprender: Thèramon siempre estaba presente, no importaba si tenía otra idea en la cabeza cuando me sentaba a poner por escrito mi desesperación.
Hoy os dejo un relato que no pertenece a "Criatura de Fuego, Criatura de Luz", pero que es otro pedacito de Thèramon. Hoy quiero mostraros la primera imagen de un hombre asombroso del que ya habéis oído hablar, "un hombre que era más que un hombre", un rey anciano y bondadoso la primera vez que le vi, en una historia que transcurre miles de años después de "Criatura...". Este relato es el comienzo de una historia anterior, muy anterior, y el hombre que nos habla es... Bueno, lo dejo a vuestro criterio.
¿Por qué dejaros un relato un tanto oscuro? Porque esta semana estoy pasando por uno de esos ataques de tristeza que no sé de dónde vienen, y me siento de este ánimo. No sé si os gustará, ya me diréis.
© Bea Magaña
(Reservados todos los derechos)
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"Camino tras la cara oculta de la luna, y en la penumbra de mi alma sopla la primera ráfaga de aire gélido que precede al más cruel de los inviernos. Así es como me siento. La desesperación no puede describirse con palabras sencillas.
No sé quién soy. No sé a dónde me conducen mis pasos. El pasado es una isla perdida en medio de un mar desaparecido hace tiempo, más allá de un nebuloso abismo de inconsciencia y olvido. El futuro es una yerma extensión de tierra desierta y helada al final de un largo camino plagado de obstáculos y de dudas.
Camino por tierras desconocidas en las que me siento como un intruso, a lo largo de un mundo que se me antoja demasiado extenso; un mundo poblado por gentes que hablan una lengua que no es la mía, y con las que no me siento identificado. Mi viaje tiene un único propósito: voy buscando el modo de regresar al lugar al que pertenezco.
Ignoro si tal lugar existe más allá de mis sueños.
Quiero dejar de ser lo que soy, y no sé si alguna vez he sido otra cosa. No hay nada anterior a la playa en la que desperté sumido en la más completa oscuridad. Supongo que una vez tuve un nombre, una vida distinta a la del solitario errante que soy ahora. Suponer no es lo mismo que saber. No puedo estar seguro de nada.
Lo único real es el presente. Y el presente es un camino polvoriento sembrado de cuerpos mutilados, rostros temerosos, miradas de recelo y dedos acusadores. Y son mías las huellas que se alejan de las voces de alarma y de los gritos de horror, porque soy el extranjero, el desconocido que apareció de la nada y trajo los cambios y la muerte en sus manos vacías. Pero nadie sigue esas huellas buscando justicia o venganza, porque mi aclamada culpabilidad no puede demostrarse; mis muchos acusadores no creen realmente que un hombre desarmado haya podido cometer los atroces crímenes que tienen lugar allí donde aparezco. Soy un ave de mal agüero, el mal de ojo hecho carne, y por ello soy repudiado y expulsado de cada pueblo que primero me acogió con reservas y más tarde me trató con simpatía... hasta que se produjo la muerte extraña y horripilante por la que siempre soy acusado y nunca juzgado. ¿Soy culpable? Lo ignoro. Soy un hombre desarmado. Y sin embargo creo, en lo más hondo de mi corazón, que lo soy, culpable en todos los casos. No sé cómo, pero soy un asesino.
Así es como me llaman. Asesino. Sin un motivo, sin un propósito, sin un arma en las manos limpias de sangre. Pero asesino para todos ellos, cuyas voces me persiguen mucho después de que sus pies hayan dejado de hacerlo. ¿Acaba el horror una vez que me he marchado? Presiento que sí. La muerte viaja conmigo, mi exilio les libra de ella. Pero, ¿cómo puedo ser el causante de esas muertes? Y, lo que más me inquieta, ¿por qué habría de querer matar a aquéllos con los que hice amistad? ¿Por qué habría de querer matar a nadie?
Camino bajo la mirada amorosa de la Luna Oculta, sumido en la desesperación, apenas reconfortado ante la visión de unas estrellas que me parece reconocer y que, sin embargo, no sé nombrar. Algunas veces tengo la sensación de hallarme en el lugar correcto, aunque en la época equivocada. ¿Es posible? ¿Es posible que Thèramon sea el mundo que me vio nacer? Todo es diferente, aunque no lo es en los cielos, pero ¿cómo estar seguro? mis recuerdos son tan escasos y confusos que bien podrían no ser más que fantasías surgidas del anhelo y la desazón."
Os prometí más Thèramon, y siempre cumplo lo que prometo. No es la continuación del prólogo de "Criatura de Fuego, Criatura de Luz", pero es una de las muchas Historias que ya tengo escritas. Recordad que existen más de 500 páginas de historias paralelas, posteriores y anteriores a la que ya habéis empezado a conocer y a amar. O sea, que tengo muchos pedacitos entre los que elegir, para compartirlos con vosotros, compañeros de viaje, si es que éste os ha gustado.
Espero vuestra opinión, como siempre. Sabéis que este blog existe para vosotros.
Tu triste y yo sin saberlo, sin poder decirte algo bonito que te distraiga de ese sentimiento. Deseo de corazón, que recuperes esa alegría con la que te imagino a todas horas.
ResponderEliminarEl relato es precioso, cargado de sentimiento. De ti me enamoran tus palabras, son hermosas, fluyen suaves convirtiendo la lectura en un paseo agradable. Tienes un don para narrar, que muchos consagrados envidiarían de conocerlo.
Un beso, Bea. Y sonríe!!!!!
Es un trozito precioso Bea. Digno del derroche de tu talento. Sin embargo aprecio un matiz amargo que sí consigo apreciar el reflejo de tu propio estado de ánimo. Quizás los episodios que tienes de tristeza se debe a que en el pasado sufriste una depresión y de vez en cuando vuelve aflorar algunos sintomas. Te lo digo porque algo entiendo sobre el tema xd. En cualquier caso, no hace falta que te diga que te sobran hombros donde llorar o brazos en los cuales refugiarte. Ánimo lindaaa.
ResponderEliminarMis niñas queridas: yo digo oscuro y vosotras decís precioso. Es mucho más de lo que esperaba. Me encanta que os haya gustado. Tengo muchos más para mostraros, y no todos son amargos.
ResponderEliminarRaquel, en el pasado no sufrí una depresión, cariño, las sufrí todas. No hay ningún capítulo bonito en mi vida, hasta este año. ¿Y qué pasó este año, qué fue lo que me convirtió en una persona Feliz?
Pues que os conocí a vosotras. Y a muchos otros buenos Amigos. Gracias por existir.
Qu bueno, me a gustado. describes muy bien el camino de alguien que no se conoce a si mismo.....
ResponderEliminareso pasa a veces, que te preguntas que hago aki? que estoy haciendo.... es un sueño o real???
saludos...
Un personaje muy interesante. Condenado a vivir siendo un peligroso desconocido para sí mismo. Unas descripciones brillantes. Un placer leerte, como es habitual.
ResponderEliminarLamento tu estado de ánimo, Bea. Tu tristeza es un vacío de alegría, sólo eso. No desesperes; a veces es necesario un pequeño vacío para que la chispa vuelva a brillar de nuevo con más fuerza aún.
ResponderEliminarPor otra parte,
¿en qué clase de verdugo te has convertido? ¿por qué nos torturas de este modo cruel y metódico?
Nos has dado a probar unas gotas de ese adictivo néctar que es Thèramon. Cuando estamos prendados de él nos muestras tímidos pasajes (magníficos todos ellos) que no hacen más que aumentar el deseo por conocer más y más de esa historia.
La narración de hoy es mi favorita, sin duda alguna; lo mejor que he leido de ti. Fresco pero lleno de contenido y con su habitual barroquismo. Aunque esta vez te has superado a ti misma: la desesperación del hombre se manifiesta en todo aquello que le rodea. Son sus sentimientos los que turbian los elementos que lo envuelven. Su desesperación es tan mayúscula que lo que le rodea sólo puede contagiarse de esa tristeza.
No va a ocurrir lo mismo contigo, amiga Bea; todos haremos fuerza para darte ánimos y que los elementos que te envuelven (nosotros, tus compañeros de viaje) te den optimismo y ánimos. Sólo así puede entenderse la amistad.
Un besazo enorme.
Bea, como todos los que han comentado antes, lamento también tu estado de ánimo y te comprendo bastante bien...yo también sufro de esos ataques de tristeza repentina, aunque yo los invierto en poesía más que en narrativa...a saber por qué la poesía me es más útil a la hora de expresar mi tristeza.
ResponderEliminarPero bueno, lo que quería decirte es que el relato me ha parecido bueno...no, no, "bueno" no es la palabra adecuada..."perfecto" se adecua más a lo que creo. Ha sido perfecto y precioso, me ha encantado la reflexión interna de ese personaje, las descripciones maravillosas que haces y esa forma de dejarnos probar la miel para luego apartarla con rapidez... Me ha encantado, compañera, y estoy deseando que nos des a conocer más pedacitos de Thèramon.
Un beso y ánimo!
Querida Enone, tengo que confesar que fue tu relato acerca de la muerte y el amor el que me inspiró a buscar esta narración y compartirla. Pensé que mis ataques de tristeza habían dado buenas narraciones, y que durante un bajón anímico también se podían compartir historias hermosas, aunque fueran un tanto oscuras.
ResponderEliminarMe alegra muchísimo que te haya gustado. Y te doy las gracias por la inspiración que he encontrado en tu blog.
Compañeros, os animo a visitar Páramos de Soledad. Y a ti, Enone, a seguir escribiendo relatos que nos inspiren a todos.
Besos
Querido Jordi, tenías razón, lo que sentía era un vacío de alegría; sé que no tengo motivos para sentirme triste. Ya he vuelto a recuperar esa alegría, compañero, gracias por tu apoyo y por tu cariño.
ResponderEliminar¿De veras este relato es el que más te ha gustado hasta el momento? Eso es perfecto, tengo más capítulos parecidos a éste. A ver si consigo volver a sorprendente la próxima vez.
Gracias por todo, y no te preocupes por mis ataques de tristeza, ahora me duran mucho menos tiempo que en el pasado. Tengo infinidad de motivos para seguir sonriendo y mirando al futuro con ilusion y con amor.
Besos, querido amigo mío.
Marcos, gracias por tu visita y por tus palabras. Tú también eres fuente de inspiración, y tu historia me gusta más cuanto más la leo, tu prosa es exquisita, infinitamente mejor que en los primeros capítulos, sigue así, compañero.
ResponderEliminarFelipoween, me encanta tu nombre, parece sacado del mismo Thèramon. Gracias por tu opinión, ahora veo que las historias un tanto oscuras gustan tanto como las hermosas y llenas de esperanza. No volveré a dudar.
Un abrazo a ambos.
Precioso Bea, se percibe el mundo de Théramon en cada una de sus palabras. Alguien fuera de su entorno, incluso, a veces, ajeno de sí mismo, sin saber qué hace en lugares que no le son afines y gimiendo por su verdad, que no es la que aparenta ni de la que le acusan.
ResponderEliminarMuchos besos Bea, me encanta cómo escribes, de verdad.
¡Cuánta tristeza! ¡Cuánta empatía con el personaje! Joder, Bea. Si cuando digo que eres buena, nena, muy buena, por algo es. En este, lo has dado todo.
ResponderEliminarLaura Nuño
Lola, en este caso, lo único falso es la Apariencia con la que este hombre (que es más que un hombre) se muestra ante el resto del mundo. Pero las acusaciones son ciertas, si bien infundadas. Adoro esta historia. Es oscura, sangrienta, llena de traiciones y de mentiras... Pero cuando llegas al final, lo comprendes TODO, y te unes a aquéllos que señalan al hombre y le dicen: guíanos, mi rey!
ResponderEliminarGracias, Lala. Después de leer tu último relato, ya no puedo sorprenderme por nada. Empatía, afinidad, conexión espiritual; insisto en que la casualidad no existe. Y tu profesor me ha enseñado una valiosa lección.
ResponderEliminarMe alegra infinito que te haya gustado.
Besos, mi niña!
Hola, pues ya estoy aquí para dejar mi comentario. A veces, cuando más tristes, desangelados, desesperados, agobiados estamos, salen las ideas más brillantes, las escenas más inspiradas, las palabras perfectas para transmitir al lector nuestra más profunda intimidad, aquella que muchas veces ni siquiera conocen los que más cerca están de nosotros.
ResponderEliminarPor ello, no sé muy bien qué decir. La felicidad es un estado deseado, anhelado, soñado... pero la infelicidad o el desánimo momentáneo a menudo da frutos más sabrosos como este jugoso relato. No quiero que te deprimas, no te deseo ni un solo nanosegundo de tristeza... pero viendo y leyendo lo que he leído, no sé, no sé... Quizá le sienta bien a tu narrativa esos (breves) momentos de "bajón"... te los permito, pero sólo por motivos estrictamente profesionales. Si no ha de salir nada bueno de tu tristeza, ya sabes lo que has de hacer. Quiero más relatos como ese, más relatos de cualquier tipo; soy una insaciable cuando se trata de tus palabras. Jules.
Me sumo a lo que dice Jules, Bea. Los altibajos emocionales sin duda ayudan a los procesos creativos, pero yo para mis amigos quiero siempre emociones positivas y estados de ánimo alegres, al menos en lo que de mí dependa. Ánimo y un saludo.
ResponderEliminarQuerida Jules, hace quince años que nos conocemos, y muy pocas veces me has visto feliz, pero siempre te gustaron mis historias. En el último semestre, mi estado ha sido el optimismo, la ilusión, una dicha contínua y una alegría permanente; y tmabién te ha gustado lo que he escrito en este tiempo. Así que no deseo volver a la melancolía ni a la desesperanza.
ResponderEliminarCreo que las Musas no dependen de mi desesperación para ponerse a trabajar.
El amor es la fuente de toda creación, y por eso voy a seguir creando. Así me tendrás feliz, y también podrás seguir leyendo mis palabras.
Espero que eso te complazca.
Querido Magnus, tu amistad es fuente de alegría y de inspiración, también. Quiero creer que te ha gustado este relato, aunque tu preocupación por mi estado anímico fuera tu prioridad cuando dejaste tu mensaje. Que sepas que vuelvo a ser la Bea optimista y feliz de las semanas anteriores, espero que eso te alegre.
ResponderEliminarY estoy buscando un nuevo relato que dejaros, porque vuestro apoyo y vuestro cariño me animan a seguir compartiendo mis historias con todos vosotros.
Un abrazo, he echado de menos tus palabras en tu blog, ahora sé por qué has estado ausente, y desde aquí te envío mi afecto y todo el ánimo del mundo.
Ay, Bea, tú padeces de mi mismo mal: la tristeza que de vez en cuando aqueja a quien se mira en la soledad y la muerte. Pero creo que debemos tener esperanza y fe en el poder de la comunicación. Los que escribimos tenemos la suerte que comunicar lo individual de nosotros. Eso que en teoría es inexpresable porque el lenguaje no está creado para expresar lo individual. El lenguaje, que en principio nos hace seres solitarios, puede tener en nuestras manos poder para encontrar el amor.
ResponderEliminarBea, me he identificado mucho con este hombre. No sé si ya te lo comenté en alguno de mis mensajes, pero siempre tengo una pesadilla recurrente que vuelve a mí cuando menos me lo espero y la tengo desde que era pequeña. Nunca he hablado con nadie de esta pesadilla a no ser con mi pareja, pero no sé si es que le horripila tanto como a mí cuando se la cuento o si es que no le presta mayor atención, el caso es que nunca llegamos a tener una conversación sobre ella. Me resulta muy difícil explicarla por todo lo que conlleva, pero tiene mucho que ver con este relato tuyo, pues en ella sé que soy la asesina (a veces de niños, a veces de adultos) pero no recuerdo haberlos matado. Sólo lo intuyo porque sé dónde están los cuerpos y cómo están... es horripilante... ahora mismo estoy escribiendo cierto relato corto sobre esta pesadilla, con la esperanza de poder librarme de ella. A veces son noches sin poder pegar un ojo y esto me ha recordado tanto, tanto a esos sueños...
ResponderEliminarSi quieres saber de dónde te viene esa tristeza, Bea, es porque al igual que el protagonista de tu historia, tú también has olvidado de dónde provienes. Todos los que sufrimos esa extraña melancolía es porque echamos en falta algo que nos fue arrebatado hace mucho. Algún día, si me dejas, te haré descubrir qué, cómo y por qué. Yo sólo estoy empezando a recordar...