Camino
tras la cara oculta de la luna, y en la penumbra de mi alma sopla la
primera ráfaga de aire gélido que precede al más cruel de los
inviernos. Así es como me siento. La desesperación no puede
describirse con palabras sencillas.
No sé
quién soy. No sé a dónde me conducen mis pasos. El pasado es una
isla perdida en medio de un mar desaparecido hace tiempo, más allá
de un nebuloso abismo de inconsciencia y olvido. El futuro es una
yerma extensión de tierra desierta y helada al final de un largo
camino plagado de obstáculos y de dudas.
Camino
por tierras desconocidas en las que me siento como un intruso, a lo
largo de un mundo que se me antoja demasiado extenso; un mundo
poblado por gentes que hablan una lengua que no es la mía, y con las
que no me siento identificado. Mi viaje tiene un único propósito:
voy buscando el modo de regresar al lugar al que pertenezco.
Las
palabras de un hombre atormentado por un pasado que no recuerda y por
un presente hacia el que siente vergüenza y temor son perfectas para
describir mis propios sentimientos hasta hace unos pocos meses.
Desesperación, obstáculos, dudas; el deseo y la necesidad de
regresar al lugar al que pertenezco. Un lugar llamado Thèramon.
Mi nombre
es Bea, y mi obsesión son los dragones. Mi pasión, las letras. Mi
necesidad, escribir.
Así me
presenté ante ti hace ya algo más de cuatro años, con la timidez
que me caracteriza, mi inexperiencia en el mundo blogger y esa
ingenuidad que a veces es inocencia y a veces falta de confianza en
mí misma, y a veces simplemente efectos de un Asperger que no sabía
que existía y que responde a todas las dudas al tiempo que las
neutraliza, porque por fin he comprendido por qué no parezco encajar
en ningún sitio, por qué me resulta casi imposible socializar y por
qué me cuesta un mundo aceptar los cambios, entre otras muchas
cosas. En ese momento, emocionada como una niña y motivada por una
persona del pasado que había regresado para recordarme que nací con
un talento especial para la literatura, te hablé de mi Bloqueo, de
cómo por fin lo había superado, y te presenté este mundo que
durante años había seguido creciendo dentro de mi cabeza aunque no
me viera capaz de llevarlo al papel, si bien afirmé convencida que
el momento de volver a escribir había llegado, y durante un tiempo
te demostré que así era. Tenía un sueño, sentía deseo, estaba
llena de ilusión, amaba y creía. Y creaba. No podía dejar de
crear.
No estaba
preparada. El sueño se hizo añicos, el deseo murió ahogado por la
traición, la ilusión desapareció, y sucumbí ante el poder de
Skadûr, la Oscuridad que mora en los cielos y también en los
corazones de los débiles. Me encerré en mí misma y dejé de
escribir, como años atrás, de nuevo perdida la fe en los dioses y
en el destino, en las personas, y en mí misma. Al principio dejé de
responder a los comentarios que los compañeros de viaje iban dejando
en cada entrada, pues no encontraba las fuerzas para comunicarme;
después dejé de actualizar el blog, pues de nuevo había perdido la
capacidad para hacerlo. Cuando quise retomarlo, hace ahora casi un
año, el silencio de los compañeros de viaje me desalentó, y
pensando que ya no quedaban compañeros ni lectores interesados en
seguir conociendo Thèramon y leyendo fragmentos de sus historias no
seguí subiendo capítulos de la historia nueva que tenía preparada.
Thèramon cayó en el olvido.
Pero no es
cierto, todavía quedan compañeros de viaje y lectores que esperan
una historia completa. Puede que ya no vengan de visita, pero no
dejan de recordarme que siguen ahí, que siguen esperando; durante
los dos últimos años he estado luchando con fiereza para romper
definitivamente el Bloqueo, hasta que lo he conseguido, me he
dedicado a corregir novelas de otros para recuperar una rutina de
trabajo y he estado escribiendo relatos que nada tenían que ver con
Thèramon ni con la fantasía épica, pero gracias a ellos he
conseguido encontrar el camino de regreso a mi mundo. Y durante todo
este tiempo, los lectores de Thèramon han ido siguiendo mis avances
y se han alegrado de mis progresos, que han ido muy despacio pero han
dado sus frutos. Estoy aquí, estoy de vuelta. Y ya no voy a
marcharme.
Este año
he terminado de escribir una novela de la que he hablado brevemente
en este blog, una novela a la que durante tres años he llamado Z,
aunque ése no es su título. Bien, llamemos a las cosas por su
nombre, aunque no pueda darte el título completo porque quiero que
lo conozcas cuando te anuncie que se publica, si es que consigo mi
propósito; de momento, ya he empezado a trabajar en una sinopsis y
en una carta de presentación para empezar a llamar a las puertas de
varias editoriales. VASL ha sido la historia que me ha
mantenido alejada de Thèramon durante los últimos tres años, y la
que necesitaba escribir para poder regresar a Thèramon. Ahora que la
he terminado, que he derrotado a la Oscuridad que me mantenía lejos
del teclado y de mis dragones, estoy preparada para volver a
enfrentarme a la hoja en blanco y contarte todas esas historias que
esperan en mi cabeza a que las deje salir.
No está
siendo fácil. Ya no existe el bloqueo, eso es cierto, pero llevo
demasiado tiempo alejada de mi mundo, de su mitología, de su origen,
de su prosa épica y musical. Lo que he estado escribiendo hasta
ahora tiene otro tono, otro estilo, y debo recuperar el tono que
utilizo cuando entro en Thèramon antes de ponerme a escribir alguna
de sus historias. Las tengo todas en mi cabeza, esperando el momento
de manifestarse, todas ellas me atraen, quisiera contarlas todas a la
vez; pero te soy sincera: ahora mismo lo que hay dentro de mi cabeza
es un tanto caótico. Y luego está mi propia indecisión, que nace
de la falta de ese deseo y de esa ilusión que me daba alas hace
cuatro años. No sé qué personaje quiero ser, qué historia quiero
vivir, así que no me decido por ninguna todavía. No obstante, sé
que quiero quedarme aquí, y me da igual cuánto tarde en decidirme
por una de esas historias, cuando logre averiguar qué aventura
quiero vivir me sentaré a escribirla.
De momento,
y para ir conectando con el ritmo y con el entorno, me he puesto a
trabajar en el Origen de Thèramon. Lo que de momento se titula El
Libro de los Dioses cuenta con cinco capítulos que en su
momento publiqué en este mismo blog, y que he reunido en una página
para que, si tienes interés o si ya los conoces y quieres refrescar
tu memoria, puedas localizarlos enseguida pinchando en el enlace que
te llevará a cada uno de ellos. Y te diré más: existe un sexto
capítulo que pronto publicaré, un capítulo que he escrito estos
días porque, como ya te he dicho, ha llegado el momento de volver a
ser la laudaner de Thèramon y de dejar salir al dragón que llevo
dentro.
Ignoro si
sigues ahí, pero ya no me preocupa. Si no vienes de visita, o si
vienes pero no dejas huella de tu paso, voy a seguir haciendo el
viaje. Porque necesito escribir tanto como respirar, y necesito
volver a volar junto a mis dragones y volver a amar y a creer, y a
crear.
Bea quedó
atrás, junto a las dudas y el miedo y la Oscuridad que me han
mantenido inmóvil y agazapada dentro de mi cueva durante todo un
ciclo. Dentro de cinco días cumplo años, empiezo mi sexto ciclo de
vida, y lo empiezo cerrando puertas que ya no conducen a ningún
sitio y abriendo otras que me llevan a mi destino.
Me llamo
Bea Magaña, y soy una narradora de historias. Y soy un dragón. Y ha
llegado el momento de salir de mi cueva, extender las alas y echar a
volar.