domingo, 19 de agosto de 2012

Laudaner


Te prometí que el domingo te mostraría algo muy especial. Bea siempre cumple sus promesas.
Uf, qué nerviosa estoy. Y qué emocionada!!!

La entrada de hoy habla de cambios. Los habrás visto al llegar. ¿Qué te parece el nuevo diseño? A mí me gusta más que el anterior. De hecho, cuanto más lo veo, más me gusta. Y eso que me daba tanto miedo cambiarlo. Ahora podrás leer las entradas con más comodidad, ese fondo azul claro es menos agresivo que el negro con letras blancas, ¿no te parece?
El fondo es obra de Ana, digamos que ha sido nuestro primer contacto (el mío, al menos) con un programa llamado Gimp para retocar fotos y hacer diseños chulos. Yo lo más que conseguí fue aplastar la foto de la cabecera, que era lo que quería, por cierto: adoro esa foto, pero me parecía demasiado grande, ¿cómo conseguir una cabecera algo más discreta sin eliminar a Halodan, que le confiere toda la personalidad al blog? Éste fue el resultado. También he cambiado las letras del título, ahora tienen un aire más épico, ¿no crees?

Pues vaya cosa que me enseñas, quizás estés pensando. Sí, el diseño no es lo mío. Tampoco los cambios. Me siento cómoda con lo que conozco, aunque no sea perfecto. Cambiar es una especie de trauma, algo que me aterra, que me bloquea y me paraliza. Pero lo cierto es que llevo meses bloqueada y paralizada... ¿Debería decir llevaba?
Algo ha cambiado.
Y éste es el resultado. Lo que vas a leer. No es el diseño lo que quería mostrarte hoy, lo que prometí enseñarte. Es el relato. Un relato nuevo, recién salido del horno, como se suele decir.
Espero que te alegre. Es lo primero que escribo en meses. Y ha salido casi de un tirón. Casi como en los viejos tiempos.
Quería compartir contigo mi entusiasmo y mi alegría.

******

© Bea Magaña. (Reservados todos los derechos)

LAUDANER

“Cada tarde, a la misma hora, durante un instante que parece eternizarse, los cielos arden en una explosión de color: oro, granate y turquesa mezclados, la demostración visible del amor de dos seres inmortales que son tan reales como las criaturas que contemplan su unión con el corazón encogido y los ojos maravillados. El tiempo parece detenerse. Thèramon aguanta la respiración. La oscuridad no se atreve a hacer acto de presencia. Ungetsu aguarda su momento, respetuosa y emocionada.
Es la hora del ocaso.
Y a pesar de que se trata de un espectáculo que se repite a diario, no por ello deja de resultar emocionante y digno de ser contemplado.
Pero hay mucho dolor detrás de tanta maravilla. Cuán grande es la pasión de Fsaira, qué inmenso su amor, que no puede ser correspondido, profundo ha de ser su pesar, tanto como el mío, pues amo lo que no puedo tener. Lo que ni siquiera consigo encontrar.
Habría dado mi vida por volver a verle, por ser su elegida, por tener el honor de protegerle. Por volver a escuchar su hermosa voz, su risa burbujeante, semejante al rumor de los arroyos. Por acariciar de nuevo sus sedosas crines y verme reflejada en el violeta de sus ojos. Lo habría dado todo por él. Lo di todo. Mi vida, mi cordura, mi voz, mi último aliento, todo lo perdí mientras le buscaba, mientras le esperaba. Al unicornio que me hizo una promesa que jamás llegó a cumplir.
—No puedes encontrar al unicornio, Bema; no, si él no desea ser encontrado.
Kylos se acerca revoloteando, llenando el aire con ese sonido de campanillas que ya adoro. Hubo un tiempo en el que las notas de mi llaut sonaban con la misma belleza. Un tiempo en el que mi voz apagaba todas las demás voces. En el que era respetada y admirada, la más grande laudaner de Thèramon que ha dado esta Era.
Pero perdí mi voz, enfrascada en una búsqueda que todavía no ha terminado.
Perdí la cordura, la fe en los dioses, el deseo de vivir.
Perdí la capacidad de narrar historias.
Perdí mi camino. Me perdí a mí misma.
Largo ha sido mi viaje, a través de un sendero tenebroso, sin una luz que me guiara, pues ya no podía verla en sus hermosos ojos. Febril ha sido mi empeño, intenso mi deseo, fluctuante mi fe. Por momentos pensé que los dioses me mostraban el camino, por momentos sentí que me habían abandonado. Mi corazón me decía que nunca hay que dejar de luchar por lo que se ama, que siempre hay que perseguir el sueño que nos mantiene con vida. Pero mi corazón fue tocado por la amargura, dañado por la indiferencia, quebrado por la traición, y perdí las fuerzas para seguir buscando. Me detuve. Temerosa de pronto, envuelta en una gélida oscuridad. Perdida, rezando a los dioses, esperando que él viniera a mi encuentro y me sanara.
Esperando. Sin moverme, esperando a la vera del camino, enferma, inerte. Dejé de buscar, me limité a esperar. No sucedió nada. Los dioses enmudecieron, la oscuridad me envolvió, tardé en comprender que mi inmovilidad había hecho que todo se detuviera a mi alrededor.
—Continúas buscando en el lugar equivocado.
No me muevo. No giro la cabeza para buscar a la criatura que me acompaña desde hace ya algún tiempo. Al igual que el unicornio, Kylos no se deja ver fácilmente. Su voz parece proceder de todas partes, su aleteo me rodea, su risa me envuelve. Pero es tan diminuta que no sabré localizarla, no importa el empeño que le ponga. Podría mostrarse ante mí con un tamaño mayor, pero no quiere hacerlo. Tampoco se lo pido. Bastante honor me hace al quedarse a mi lado. Las Gudamin no gustan de alejarse de su hogar; y aunque disfrutan con la compañía de algunos dizseiim, no suelen prolongar sus encuentros con ellos. Por algún motivo que no me ha explicado, ha decidido acompañarme en mi viaje. Un trecho. No sé hasta cuándo. No quiero aventurar nada. No me hago preguntas. Hace mucho tiempo que no me siento viva.
Tampoco me importunan sus palabras. Es una criatura muy sabia. Y el sonido de su voz me reconforta. Ignoro si sabe hasta qué punto.
—La búsqueda del unicornio es la búsqueda de uno mismo —dice, y siento una especie de caricia en un lado del rostro. Me gusta que haga eso. No quiere aumentar su tamaño para que pueda verla mejor, pero siempre me avisa de su presencia, primero me llega su voz, después me regala el roce de sus delicadas alas iridiscentes.
Creo que sonrío, pero lo hago sin darme cuenta. Creo también que mi sonrisa es triste. Sí, todavía lo es. Aún siento un vacío en el pecho que me produce dolor. Aunque desde que Kylos está cerca, mi corazón ya no sangra. Y mis ojos ya no están cerrados. La Gudamin me ha ayudado a abrirlos.
—Te estás perdiendo el ocaso.
Vuelvo a sonreír, todavía sin humor, pero ya sin pena. Demasiado tiempo mis ojos han estado velados por una densa oscuridad que me impedía disfrutar de tan magnífico espectáculo. Ahora que de nuevo puedo ver, no estoy mirando al cielo. Sobre nuestras cabezas está teniendo lugar el encuentro entre Fsaira y Aeblir, pero mi atención se halla centrada en un punto más cercano. Miro delante de mí, no puedo dejar de mirar la imponente figura que me devuelve la mirada, mientras me pregunto, admirada y llena de temor, qué quiere de mí, cuáles son sus intenciones; por qué no se aparta, o me ataca, o al menos deja de mirarme. O me habla.
Mientras me pregunto si mi búsqueda ha concluido, o si es el propósito de mi viaje lo que ha cambiado.
Acaricio las cuerdas de mi llaut. Las notas que le voy arrancando estos días no conforman una melodía, pero a mis dedos les agrada el contacto, y mi corazón reacciona con anhelo a cada una de esas notas sueltas. Deseo volver a oir el sonido de mi propia voz declamando la más hermosa de las laudanas que jamás se hayan escrito. Si pudiera, si tan sólo fuera capaz...
—Si te atrevieras —Kylos vuelve a leer dentro de mí.
Si me atreviera. La Gudamin tiene razón, como de costumbre. He tardado en comprender que la oscuridad pudo tocarme porque mi temor se lo permitió. Sentía el corazón tan vacío, que lo llené de dudas, en lugar de llenarlo de esperanza. Pero Kylos me recordó que En el principio era el Vacío, y recitando los versos de la historia que tantas veces he narrado me abrió los ojos: Pero las primeras estrellas no habían nacido todavía, y aún tardarían en aparecer, pues no era su destino ser creadas, sino que habrían de surgir del dolor y de la pérdida. La Oscuridad es real, no así los motivos que encontré para dudar. Si encontraba una nueva esperanza, si permitía que surgieran las estrellas, la oscuridad se retiraría.
Pero llevaba tanto tiempo buscando al unicornio... ¿Debía olvidar mi anhelo, inventarme una ilusión nueva que me devolviera la esperanza?
—No tienes que renunciar a tu búsqueda —me dijo un día la Gudamin, con su voz semejante a campanillas de cristal—. Sólo debes empezar a mirar en el único lugar en el que aún no has buscado. Mira dentro de tu corazón.
Y lo hice.
Ahora sé que no perdí la voz, que elegí enmudecer. Escogí dudar, escogí temer, escogí morir. Me detuve, y el mundo se detuvo a mi alrededor. Nada pasó, tan sólo los días. Kylos me hizo comprender muchas cosas, me hizo ver que no hay decisiones irrevocables. Que podía elegir de nuevo. Volver a tener un sueño. Recuperar la esperanza. Creer en mí misma otra vez, crear música como en el pasado, ser de nuevo la mejor laudaner de Thèramon. Era mi decisión.
Podía elegir ponerme en pie, y eso fue lo que hice.
Deseé. Creí. Recé. Recuperé mi llaut y recité con ella: De este modo el Vacío dejó de ser Berindei, la Nada Infinita, y desde ese momento fue llamado Viorel, que en la lengua de los heryshi significa Lleno de Vida.
Cuando di el primer paso, algo ocurrió. Algo que no había esperado.
Yo estaba buscando al unicornio... y encontré a un dragón en el camino.
Es al dragón a quien miro ahora, mientras los cielos arden y una Gudamin encantadora y diminuta me arrulla con su risa burbujeante al tiempo que me acaricia con sus alitas iridiscentes. Al dragón que me devuelve la mirada, inmóvil a apenas unos pasos de donde yo me encuentro.
—¿Debería sentir miedo? —pregunto en voz baja, no sé si hablo con Kylos, con el dragón o conmigo misma.
El enorme dragón ladea la cabeza, sus ojos refulgen un instante con un fuego dorado, ésa es toda la respuesta que obtengo por su parte.
La pequeña Gudamin ríe, campanillas llenando el silencio, revolotea junto a mi cabeza, todo su cuerpo despide destellos irisados.
—Lo desconocido siempre causa miedo. Lo nuevo siempre asusta. Tú decides si echas a correr y vuelves a esconderte, o te acercas y te atreves a descubrir qué tratan de decirte los dioses al enviarte a uno de sus elegidos.
—Los dioses se divierten hablando con enigmas. Yo buscaba al unicornio. ¿Por qué encuentro a un dragón?
—Los unicornios y los dragones son criaturas muy parecidas, Bema, ambos proceden de la misma fuente, ambos son hijos de los Primeros Dioses que moraron en Wad Ras. Los unicornios llevan la esencia de Ergin, y los dragones la de Enlil, los dioses hermanos, los Primeros Padres. No te extrañe lo que has encontrado, los dioses saben que es lo que estabas buscando. Pero recuerda que la búsqueda del unicornio es una búsqueda interior. No encontrarás al unicornio en otro lugar más que en tu corazón. Puede ser que ya lo hayas encontrado, y que tu unicornio interior haya invocado a este dragón, pues los dragones nacieron para amar y proteger a los unicornios, como bien sabes, dado que conoces mejor que nadie la Historia de Thèramon y sus orígenes.
—Pero no todos los dragones son buenos. Algunos se dejaron seducir por el poder ponzoñoso de la Sombra.
—Tú misma te has dejado arrastrar por la oscuridad de Skadûr, y eso no significa que tu corazón no sea puro.
Suspiro. Kylos tiene razón. Siempre la tiene.
Y yo no puedo apartar mis ojos del dragón. No puedo decir a qué raza pertenece. Definitivamente, no es uno de los Sungë, los hermosos perlados que surcan los cielos sin alas, ni uno de los Kanzio, que se deslizan sobre la tierra sin patas, como gigantescas serpientes del color de los bosques ancestrales; tampoco uno de los Swann, que viven en las aguas, semejantes a enormes cisnes plateados. Su aspecto es imponente y casi amenazador, pero no es negro como los perversos Darok, que sirven al poder que busca la caída del unicornio, tampoco es de color rojo, como los Ygnos que moran en el Desierto de las Ilusiones y no sirven más que a sus propósitos; ni azul, como los fieros y compasivos Nyil, amigos de los Blaük Duneii.
Su aspecto me recuerda a los dorados Gwold, de los que mucho se habla y tan poco se sabe, porque hace muchas Eras que los Dragones Dorados desaparecieron sin dejar rastro. Aunque hay quien dice que los Gwold eran los descendientes directos de Halodan Sturgeon, el primer dragón que pisó Thèramon, el hermoso Blanco del que nacieron los primeros Baskonios.
Podría ser un Baskonio. Podría ser un auténtico Onii que haya elegido esta Apariencia para mostrarse ante mí, porque no desea mostrarme su verdadero aspecto. No lo sé. Me intriga. Quisiera descubrir qué hay detrás de lo que mis limitados ojos de dizseiim son capaces de ver.
—¿Por qué no deja de mirarme?
—Los dragones son sensibles a la belleza, Bema, y aman especialmente la música. Tú posees las dos cosas que podrían atraer a una criatura como ésta.
—Te equivocas, Kylos, yo no soy hermosa...
—Claro que lo eres. Posees una luz interior tan hermosa que es capaz de competir con la propia Ungetsu, ¿cómo no iba a adorarte ese dragón, que nació amando a la Luna Oculta?
—...Y tampoco puedo crear música, hace tiempo que lo intento, pero he olvidado cómo se hace.
—Eres una laudaner, Bema, la mejor que ha dado esta Era. Hay música en tu voz, y en tus palabras. Cuando cantas laudanas ya existentes, cuando recitas historias ya escritas, cuando narras otras que vas creando sobre la marcha. Naciste con ese don, y no puedes deshacerte de él, como no puedes arrancarte el corazón voluntariamente. El corazón se rompe, pero nunca del todo. Y la voz se apaga, pero nunca para siempre. Ahora vuelves a sentir los latidos de tu corazón; del mismo modo, volverás a narrar las historias de Thèramon que tantos aman. Es tu destino.
Siento que algo está cambiando. Que el mundo que me rodea ha comenzado a moverse de nuevo. Mi decisión de levantarme y seguir caminando ha hecho que lo demás se mueva conmigo. Y el movimiento me ha traído algo que no había imaginado.
Miro al cielo un momento. Los amantes reunidos inician el camino de regreso hacia el horizonte oriental. La noche se despliega en silencio, pronto los más afortunados podrán volver a ver el rostro hermoso de la Luna Oculta. Pero no es el final de otro día, sino el comienzo de uno nuevo. Es la hora del amanecer.
Y el dragón parece sonreír, como si supiera lo que estoy pensando. Supongo que lo sabe, los dragones tienen ese poder.
Es una criatura hermosa, como lo son todos los dragones. Es un enviado de los dioses, no puede ser de otro modo. Cierto que su tamaño me asusta. Pero su presencia me reconforta. El propósito de los dioses, lo desconozco. Y sin embargo, me hablan, y yo escucho. Los dioses no suelen darnos lo que queremos, pero sí lo que necesitamos.
Y algo está cambiando. A mi alrededor, también en mi interior.
Me asustan muchísimo los cambios, pero estoy aprendiendo a aceptarlos.
Y si los dioses hablan, es porque el momento se acerca. El momento de hacer realidad mis sueños. Y me pregunto si estoy preparada. Parece ser que los dioses piensan que sí.
Así que me siento más fuerte.
Y miro al dragón con otros ojos. Y empiezo a acercarme a él. Con cautela, pero sin miedo.
Lo que me aguarda más adelante, no me atrevo a aventurarlo.
Pero llevo mi llaut conmigo, y ¿sabes?, vuelvo a ser capaz de tocarlo. Y me gusta la música que surge de sus cuerdas. Mírame, soy una laudaner, y tengo muchas historias que contarte.
No temas al dragón que me acompaña, yo ya no lo hago. Más bien agradece su presencia, porque me ha devuelto la voz.
¿Quieres ponerte cómodo? He venido a cantarte una laudana. Escucha, siente la música, déjate mecer por mi voz. La historia que vengo a contarte es la más hermosa que el mundo ha escuchado jamás.
Es la historia de Thèramon. Es mi historia. Y también es la tuya.
Y empieza aquí...”

12 comentarios:

  1. Me gusta el nuevo diseño aunque la pagina tarda un poco en cargarse con el nuevo fondo... que pena... pero mi conexión a internet no es muy buena...
    En cuanto a la historia, jo, yo tengo ganas de saber mas sobre Thèramon, estos pequeños trocitos solamente consiguen despertar mas interés por este mundo.

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    1. A mí me pasa lo mismo, Ana, cada vez que leo un nuevo relato, quiero saber más y más.La Musa no deja de susurrarme a todas horas, y eso es algo muy bueno.
      En cuanto al diseño, cuanto más entro a verlo, más me gusta. Gracias por la ayuda, soy muy afortunada de tenerte.

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  2. Maravilloso mi niña, me he emocionado, que decirte de esta entrada, de esta historia... (a mi se me carga bien) el color es perfecto para mis ojos, todo es perfecto, y me siento feliz de que asi sea y muy orgullosa de tí!!

    Ahora es la música, la que suena gracias a ti!! :)

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    1. A lo largo de estos meses oscuros, ha habido unas cuantas luces que me han seguido señalando el camino de vuelta a Thèramon, y tú eres una de ellas, Cleo, una muy brillante. Ya puedes sentirte feliz, porque gran parte del mérito es tuyo.
      Gracias por seguir comentando, con tua palabras me animas y ayudas a que Thèramon se haga fuerte y crezca cada día un poco más.
      Océanos de amor, mi Cleo

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  3. Quedaron muy bien los cambios. Ahora sí puedo leer cómodamente :-)

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    1. Me gusta que te guste, Gissel, gracias por dejar huella de tu paso, linda 8)
      un abrazo a tu dragón

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  4. Mi niña solo puedo decirte que me has hecho muy feliz leyendote. Eres maravillosa.♥

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    1. Mi musa es maravillosa, hermanita, ya la conociste, siempre tan activa, ahora ha mejorado y se está volviendo a activar. Me encanta el relato que me ha dado en esta ocasión y estoy deseando ver qué me da a continuación.
      Tú has sido otra de esas luces, mi niña, no lo olvides. TQM

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  5. A ver por donde empiezo...
    El cambio en el blog me ha gustado mucho, Bea. Ahora es mucho más luminoso, la lectura se hace sencilla, pero, sobretodo, se nota que algo está cambiando en ti y eso me encanta.
    El relato es impresionante, aunque eso no es nuevo. Lo que sí me resulta llamativo es cuanto de ti veo en esas líneas...has puesto tu alma y tu corazón en esto, ¿verdad, bella dragona? Eres una auténtica laudaner, Bea, no lo olvides y sigue dejándonos leerte.
    Mil perdones por estar tan perdida!!!! Pero te espío desde las sombras, de verdad :P

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    1. Algo está cambiando, espíritu afín. He recuperado la Luz que había perdido. Y me siento feliz.
      El relato es una maravilla. Sé que está mal que yo lo diga, pero así lo siento, cuanto más lo leo más me lo parece. Y sí, ya sabes que escribo lo que me sale del corazón. Nunca nada ha sido tan yo como este relato.
      No estás perdida, estás siempre en mi corazón. Pero me hace muy feliz verte aquí, no lo olvides. TQM

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  6. ¡Hola guapa! ¡Cuánto tiempo llevo desconectada! Creo que demasiado... ¡Me encanta el cambio de diseño! ¡Es genial! A veces los cambios nos cuestan, pero luego nos ayudan a avanzar con más iluióm, ¿no crees?
    En cuanto al relato... ¡Uffff! Siento tu corazón exprimiendo las palabras mientras narras, puedo palpar las escenas, escuchar los silencios, sentir las emociones de los personajes...
    ¡No dejes nunca de escribir!
    BESOS

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  7. Querida Pat, estás de vuelta!!! Incluso ahora que me siento mejor y vuelvo a escribir, necesito mi dosis de optimismo diaria y tus sonrisas, las que me dejaste antes de salir de viaje me han ayudado mucho, mira, ahora la mía es enorme 8)))
    Tú eres otra de esas luces guía. La única forma que tengo de mostrar mi agradecimiento es seguir escribiendo, por ti, por todos los que me apoyáis y creéis en Thèramon y en mí. Y eso es lo que voy a hacer, Pat.
    Millones de besos, tesoro.

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Viajeros de tierras lejanas, amigos de siempre, vuestra visita nos alegra y vuestra opinión nos ayuda, recordad que cada vez que dejáis huella de vuestro paso, Thèramon crece.

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Por Susana © Registrado por Bea Magaña

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